LA GRAN FUGA DE PEMEX

por | Sep 6, 2023 | Columnistas

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Por:  Ing. Fernando Padilla Farfán


Hoy está de moda la palabra “Huachicoleros” que es la forma para nombrar a los que se roban el combustible transportado por medio de ductos, mismos que cruzan diversos estados del país. Se trata de las gasolinas que la paraestatal, Petróleos Mexicanos (PEMEX), compra, produce, distribuye y vende, que tiene que ser traído en tuberías a grandes distancias por medio de sistemas de bombeo. El robo se consuma porque para los delincuentes no representa mayor dificultad horadar los tubos, ya que el tendido de estos es prácticamente a ras del suelo aunque la práctica data de hace muchos años, más de 20 tal vez, es en el gobierno de Peña Nieto, que el robo de combustible por la modalidad de la ordeña de ductos se convierte en el gran escándalo. 

La venta clandestina del combustible robado siempre ha sido del pleno conocimiento de los choferes que, por economizar en el gasto, han sido los clientes frecuentes de ese tipo de negocios irregulares. A pocos metros de las carreteras libres o autopistas, se podían ver improvisadas casuchas de madera donde se detenían vehículos para conseguir combustible, que con garrafones y mangueras surtían en las cantidades solicitadas.

La actividad pasaba inadvertida porque no había consecuencias graves. Para nada que hubiesen ocupado los menores espacios en medios de comunicación. El robo de gasolina, por su escasa cuantía, no se consideraba transcendental. A nadie le interesaba perder el tiempo en fijar su atención a ese asunto. Además, como estaban desperdigadas en vastos territorios, pasaban inadvertidas por los automovilistas. No se podría decir lo mismo de las autoridades federales encargadas de observar todo lo que se relaciona con las carreteras o autopistas, incluyendo las franjas laterales conocidas como el derecho de vía. Como no había hechos escandalosos, nadie decía nada. Se daban uno que otro incendio por impericia en la extracción clandestina, pero se tomaban como hechos aislados, totalmente intrascendentes.

Sin embargo, el “negocio” empezó a crecer. De las ganancias participaba más gente. Las tomas clandestinas se multiplicaron y los dividendos, según se decía, llegaban a los bolsillos de empleados de alto rango de la paraestatal. Se afirmaba también que en la permisividad del delito participaban funcionarios de alto rango del organismo.
El problema se vuelve incontrolable cuando autoridades municipales exigen se les haga partícipes del ilícito negocio. A cambio, habría silencio y, en algunos casos, la negativa a emprender acciones legales.
Las tomas clandestinas crecen por el territorio nacional, donde existen ductos, pero los accidentes se elevan por la falta de medidas de seguridad en la extracción.

El problema de la extracción se eleva tanto que se convierte en un asunto de Estado. Actualmente, ocupa uno de los puntos de la agenda de algunos gobiernos. Las investigaciones apuntan a algo peor: grupos delincuenciales participan en la extracción y trasiego del combustible. Las cantidades extraídas resultan altamente escandalosas. La impunidad de años les da confianza para utilizar en el trasiego pipas y camionetas con grandes bidones. Los golpes a las mafias delincuenciales han sido espectaculares, más no contundentes.
PEMEX dice que no tiene el personal para supervisar y controlar la fuga, aunque sus Atlas marcan el lugar exacto del tendido de los ductos, dónde están y por dónde pasan. Con tecnología, desde el aire se puede vigilar cada centímetro de los ductos sin peligro alguno para la parte humana; el estado en el que se encuentra cada uno de los tramos. Pero no se sabe que esto se haga y si se hace, no se han visto resultados tangibles.
Los accidentes que se producen por la extracción se multiplican. Por otro lado, pareciera que las autoridades se dan cuenta hasta que hay incendios y muertes de los delincuentes “ordeña ductos”. Se desconoce si existen fotografías que muestren las anomalías como las que ahora se comentan, señalando los puntos rojos para elaborar los planes de vigilancia y combate definitivo al robo.

Las bandas huachicoleras toman venganza con quienes intentan exterminar la sustracción. Las emboscadas y ataques directos son un mensaje tácito a las autoridades policiacas o militares. A pesar de los esfuerzos, el combate no ha sido lo suficientemente terminante como para hablar de controles definitivos.
El problema es que de acuerdo a lo que de manera amplia se ha publicado, el líquido asaltado no tan solo se vende de manera clandestina con los riesgos que eso representa. Es tal el grado de involucramiento que representa el robo de combustibles, que ya se expenden en gasolineras legalmente establecidas, a plena luz del día y ante los ojos de las autoridades.


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